martes, 17 de febrero de 2015

¿Deberes sí o deberes no?

Cada cierto tiempo en el seno de la comunidad educativa se reaviva el debate sobre la conveniencia o no de los deberes escolares para casa. Es un tema polémico y controvertido pudiendo encontrar detractores y partidarios tanto entre las familias como entre los propios docentes.

Entre los argumentos más comúnmente argüidos a favor de mandar trabajo para casa podemos encontrar los siguientes:
  • Desarrolla hábitos de trabajo en el alumno
  • Fomenta su autonomía y responsabilidad
  • Facilita la consolidación de lo aprendido y complementa el trabajo de clase
  • Propicia la implicación de la familia en la formación de los hijos

Entre quienes sostienen que los deberes son una práctica no deseable solemos encontrar las siguientes razones:
  • Impide a los alumnos dedicarle tiempo a otras actividades muy beneficiosas
  • Es injusto para quienes no pueden ser ayudados en casa y, por tanto, genera desigualdades
  • No sirve para mucho. Son tareas repetitivas y  resulta antipedagógico.
  • La enseñanza reglada debe circunscribirse exclusivamente al ámbito escolar

Existen pocos estudios que aborden las relaciones entre las tareas escolares para casa y el rendimiento académico. Antonio Cabrales en un interesante post  concluye que, no habiendo evidencia suficiente como para hacer sólidas afirmaciones, sí existen más estudios que apoyan la tesis de una correlación positiva entre las horas de tarea para casa y los resultados escolares. Sin embargo, curiosamente, tal relación no se da en la etapa de Educación Primaria, sino sólo en Secundaria.  Por otro lado, el informe PISA de 2012 sitúa a España entre los países que más tiempo dedican a tareas para casa, casi dos horas más a la semana que la media de la OCDE siendo sólo superada por Italia, Irlanda, Polonia y Rusia. 

Otros datos interesantes, extraídos de mismo estudio muestran que, en la mayoría de los países, el tiempo dedicado al trabajo en casa guarda relación con el rendimiento de los estudiantes. Y que, en prácticamente todos los países de la OCDE, los alumnos de entornos socio-económicos más aventajados dedican más horas al trabajo en casa.  



La conclusión, a la luz de los datos de PISA 2012, es que, pese a dedicar más tiempo a los deberes que la mayoría de los países de nuestro entorno, el rendimiento de nuestros alumnos en Lectura, Matemáticas y Ciencias está  por debajo de la media de la OCDE y de la UE. Al menos en 3º de ESO, momento en el que se realizan estas evaluaciones internacionales. Es decir, tal y como están planteados, en nuestro país los deberes no aportan una mejora en términos de rendimiento.

La dificultad probablemente estriba en que los currículos son cada vez más exigentes. Aumenta el contenido en cantidad y complejidad y también aumenta la presión social hacia los centros y docentes con pruebas estandarizadas y evaluaciones externas,  pero al mismo tiempo, se mantienen constantes la jornada escolar y el tiempo de clase. Esto lleva a que muchos profesores se vean abrumados y recurran al trabajo de casa como un tiempo complementario que les permita abordar completamente el temario.

Dicho todo lo anterior, a mi juicio, el trabajo para casa puede resultar muy provechoso en la formación del alumno y apoyo convencido los argumentos esgrimidos más arriba en favor de los deberes siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones.

Los deberes deben ser:

  • Comedidos: En primaria, y pensando en los últimos cursos, el tiempo dedicado en casa a las tareas escolares no debería superar la hora diaria (de lunes a viernes).  En ESO este tiempo debe ser progresivamente  mayor.
  • Diversificados: En la medida de lo posible, los profesores deberían adaptar el trabajo encomendado a sus alumnos para que respondiese a sus necesidades formativas diferenciando tareas de refuerzo y ampliación.
  • Planificados: el trabajo para casa debe estar bien planificado, tener un objetivo concreto y nunca ser resultado de la improvisación
  • Adaptados: de forma que el alumno pueda realizarlos sin ayuda. El papel de los padres debería limitarse a supervisar que se realizan y nada más.
  • Motivantes: Que no se limiten a ser repetición de lo trabajado en clase.
  • Corregidos: De nada sirve el trabajo individual del alumno si posteriormente no obtiene un feedback  adecuado.

Concluyendo,  mi reflexión es que el problema de los deberes en nuestro país obedece, probablemente, a la baja calidad de los trabajos encomendados. El problema guarda un paralelismo claro con nuestra productividad y el tiempo que permanecemos en nuestros centros de trabajo.  Nuestras jornadas son más largas y no por ello más provechosas que las de nuestros vecinos europeos.  Con los deberes ocurre algo parecido.


En cuanto a la dimensión social del tema, parece claro que los alumnos provenientes de entornos socioculturales desfavorecidos salen perjudicados con los deberes y por tanto esta práctica puede acrecentar las desigualdades. Las administraciones públicas deberían poner los medios para que tal situación no se diera. En algunos estados de EEUU, por ejemplo,  existe la posibilidad de que los alumnos, finalizada la jornada escolar y bajo una adecuada supervisión, puedan permanecer una hora más en el colegio para realizar las tareas de casa. En definitiva, las sociedades más homogéneas y con niveles socio-económicos y culturales más altos pueden permitirse una jornada escolar más reducida sin que ello suponga un detrimento del nivel académico de sus alumnos; pero ese no es nuestro caso.

Los deberes no pueden en ningún caso privar a los estudiantes de su tiempo de juego, actividad física, relaciones, familia, …  pues éstos son aspectos fundamentales para un desarrollo sano y equilibrado. Al contrario, los docentes debemos esforzarnos para que los tiempos dedicados a las tareas escolares, dentro y fuera de los colegios, sean de calidad y resulten del máximo provecho para nuestros alumnos.

jueves, 8 de enero de 2015

Evaluación de 3º de Primaria

Descubre al detalle las pruebas a las que se someterán este año nuestros alumnos de 3º de Primaria y cuáles serán los criterios de corrección y calificación:
Evaluación LOMCE 3º de Primaria

jueves, 25 de diciembre de 2014

Pruebas LOMCE Matemáticas

Ya conocemos el marco teórico que servirá de base para la elaboración de las pruebas LOMCE de matemáticas que nuestros alumnos de 3º de primaria tendrán que realizar por primera vez este curso:


martes, 23 de diciembre de 2014

La atención que nos falta en las aulas


  Cada día es más habitual escuchar a profesores manifestar las dificultades que encuentran en su labor docente debido a la falta de atención por parte de sus alumnos. Al margen del aumento del número de alumnos con dificultades específicas como el trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad, (TDA-H),  en las aulas se constata una dificultad creciente en los alumnos, desde los primeros cursos de primaria, para focalizar su atención debidamente hacia ciertos estímulos y permanecer centrados en la tarea el tiempo necesario para realizarla eficazmente.

  La atención es la capacidad que nos permite filtrar de entre el vasto e inabordable campo estimular que nos rodea sólo aquella información que nos es útil y que necesitamos para desarrollar la actividad que nos ocupa en el momento presente. Este proceso, conocido como atención selectiva, precisa ser completado con la capacidad para permanecer centrado en la tarea el tiempo necesario, atención sostenida. Ambos procesos son claves para un buen desempeño escolar y pueden ser favorecidos deliberadamente a través de la realización de actividades concretas que demanden justamente eso, atención. Es decir, más allá de la variabilidad individual innata en lo que a esta capacidad se refiere,  la atención es un proceso claramente entrenable y, por consiguiente, es mucho lo que se puede hacer desde el punto de vista educativo.

  Cada vez son más frecuentes en nuestros escolares errores que obedecen a no prestar la debida atención. Es especialmente llamativo en la iniciación a la aritmética y en la resolución de problemas. Frecuentemente los alumnos copian mal los datos del enunciado, no se percatan de que el problema tienes más de una pregunta, colocan y suman o restan mal las cifras. En ortografía ocurre algo parecido y el alumno comete errores no sólo en la ortografía arbitraria (ej.: b/v) sino también en la ortografía natural escribiendo mal palabras que conocen perfectamente. Cuando se trata de escuchar ocurre lo mismo y, tras dar las instrucciones de la tarea a realizar, cada vez son más los que preguntan: ¿Qué hay que hacer profesora?

  Quedan lejos los días en los que muchos de nosotros nos entreteníamos construyendo maquetas, realizando puzles, jugando al ajedrez,… el mundo de hoy es otro muy distinto. Los niños desde el nacimiento están probablemente expuestos a una sobre-estimulación sensorial que no cesa a lo largo de todo su desarrollo.  Los juguetes que regalamos a un bebé de meses se mueven, hablan, cantan y, a menudo, lo hacen todos de forma simultánea, porque, además, son decenas los que ponemos a su alcance dificultando que el bebé se centre en uno en particular. Televisión, ordenadores, tablets, videoconsolas, tendrán poco más tarde a nuestros pequeños enganchados tratando de procesar una gran cantidad de información para la que, en muchas ocasiones sus cerebros aún no están preparados (la exposición a la televisión a tempranas edades interfiere en el desarrollo de la percepción tridimensional y la profundidad). En los videojuegos los estímulos se suceden muy rápidamente y las imágenes deben procesarse a mucha velocidad creando patrones perceptivos poco compatibles con otras actividades de aprendizaje que requieren de una observación sistemática, detallada y precisa. Muchos hemos observado cómo, frecuentemente, no se terminan las actividades iniciadas y se pasa de un juego a otro sin haber finalizado el primero.

  Los adultos no estamos libres del bombardeo de información y hemos desarrollado un tipo de procesamiento “multitarea” que nos permite estar atendiendo simultáneamente a varios procesos de una forma relativamente eficiente aunque mucho más superficial y proclive a errores. Respondemos un e-mail mientras miramos el teléfono y todo ello mientras comentamos algo con nuestro compañero para planificar lo que tenemos que hacer a continuación. Hemos perdido profundidad en casi todo lo que hacemos, nos cuesta escuchar atentamente, mirar con detenimiento,  la lectura detallada (leemos en diagonal),  no nos percatamos de los matices, los detalles, nos quedamos con la información que creemos esencial y seguimos adelante sin perder más tiempo. Y, desgraciadamente, sin darnos cuenta, nos estamos perdiendo mucho.

  Es fundamental ser conscientes de que la atención es clave para un procesamiento eficaz de la información y, por consiguiente, determinante para cualquier aprendizaje.  La capacidad de dirigir la atención hacia uno mismo y poder identificar estados afectivos es igualmente una cuestión crucial si pretendemos desarrollar la competencia emocional en los nuestros.

  A andar se aprende andando y la atención se desarrolla de la misma manera, ejercitándola. Es importante no saturar de estímulos a nuestros bebés y limitar el número de juguetes y divertimentos a nuestros niños y niñas. Es importante acostumbrarles a no iniciar una nueva actividad hasta no haber terminado la anterior; Podemos enseñar a nuestros hijos a observar con todo lujo de detalles tomándonos el tiempo necesario, enseñarles a escuchar activamente siendo para ellos un modelo de cómo hacerlo,  y desarrollar el gusto por el trabajo bien hecho.  La lectura, los juegos de construcción, los puzles, la pintura, la música son actividades que desarrollan la atención. Otros métodos, como el de la práctica diaria de ejercicios de relajación centrados exclusivamente en contar al ritmo de la respiración, han demostrado ser también muy eficaces.

  A partir de cierta edad, cuando la exigencia académica aumenta y se hace necesario el estudio diario, también puede ser de gran ayuda enseñar a los alumnos estrategias meta-cognitivas que les permitan auto-regular su propia atención,  identificando los distractores en el momento en que éstos aparecen y, en definitiva, ofreciendo al alumno los recursos que le faciliten un mayor control consciente del proceso.